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jueves, 15 de septiembre de 2016

De cómo me enamoré (y te enamorarás) de la fotografía nocturna


La figura del fotógrafo noctámbulo: fotógrafo solitario, habitualmente incomprendido por su pareja y amigos, mal mirado por los vecinos de las viviendas colindantes a la "zona de trabajo nocturno". Víctima de bandadas de mosquitos chupasangre y de las asiduas visitas sorpresa - con el tiempo, el factor sorpresa desaparece -  de los diferentes cuerpos de seguridad del estado que sin dudarlo acuden, llevados por la curiosidad, al primer golpe de flash o ráfaga de linterna que proyectan. Con esta escueta lista de características tendríamos definido el perfil de estos enamorados (obsesionados) de la fotografía nocturna - me he dejado muchas otras en el tintero para evitar aburrir al lector... Podríamos afirmar por tanto, que estamos ante todo un superhéroe de la fotografía, un mártir de la cámara y el trípode, un sufridor nato que lo da todo - incluso invirtiendo de su propia comodidad y descanso, por no hablar de su matrimonio... - por llevarse a casa la mejor estampa que a esas horas intempestivas de la noche podrían conseguir.



Siempre hay una primera vez...

Podemos plantearnos la siguiente pregunta: el fotógrafo noctámbulo, ¿nace o se hace?.

Para muchos de los aficionados a la fotografía, su jornada productiva - fotográfica - finaliza cuando los últimos rayos del astro rey caen por el oeste. "La noche está hecha para descansar", suelen afirmar rotundamente cuando se hace mención a la temida escapada nocturna que les proponen, mientras dejan escapar un leve bostezo al recordar aquella entrañable imagen abrazados a su almohada. Pero en ocasiones, nuestra pasión por la fotografía y esa curiosidad por probar nuevas experiencias, logran situarnos por encima de nuestras propias comodidades, dejando en el olvido aquella conocida pirámide de necesidades fisiológicas (Pirámide de Maslow) y en cuya base descansa entre otras, la necesidad - obligatoriedad - de descanso y/o sueño diarios para el correcto rendimiento..., bla, bla, bla...


Mi silueta, linterna en mano, durante el desarrollo de un taller de "Nochelogía" que impartí en "Belchite el Viejo" allá por el año 2010 (foto tomada por Javier Sambruno Trinidad)

"Vamos a probar, aunque solo sea esta noche": recuerdo la primera vez que de mis labios brotaron estas palabras, fruto de esa mala costumbre de pensar en voz alta. Desde aquel preciso instante, no he podido dejar de disfrutar con todas las posibilidades que me brinda esta modalidad fotográfica, la fotografía nocturna: tan desconocida por una gran mayoría, pero a su vez, tan apasionante, divertida, y sin dudarlo, adictiva.


No se te vaya a olvidar...!

·Trípode
·Baterías cargadas - al 100% y a pares, que tu amigo te comentó que de noche las baterías "vuelan"...
·Linterna - frontal y de mano
·Las tablas de la hiperfocal - hoy día desde el móvil existen muchas aplicaciones que te ahorran tenerlas que imprimir...
·El disparador - ese que en la mayoría de equipos, si dejas olvidado en casa, te obligará a no poder extender tus exposiciones por mas de 30 segundos... (tras el primer olvido, garantizado que no volverás a salir de casa sin antes mirar diez veces cada compartimento de la mochila o mochilas, cerciorándote de la presencia del susodicho "cacharrito")


Amigo íntimo de la larga exposición, del modo bulb...

·Artilugios de light-painting - "Ostras, ¿no me digas que hay que llevarse todo eso encima...?"
·Bocatas y refrigerios varios para que los niveles de glucemia se mantengan normalizados durante toda la noche, evitando sorpresas desagradables entre los miembros integrantes de la escapada.

Parte del equipo de light-painting utilizado en los talleres de "Nochelogía" (material cedido en esta ocasión por la empresa Idiom)

Creo que no se nos olvida nada, o eso parece (cara de póquer mientras contemplas el aforo del maletero del coche de tu amigo donde no cabría de más, ni el bigote de una gamba...). "Pues vamos allá... la noche es joven...".


Desplegando el campamento

Lejos de la urbe, huyendo de la temida contaminación lumínica, y tras varios kilómetros buceando por inhóspitos parajes deshabitados, llegamos a nuestro destino - al menos eso parece afirmar la chica del GPS...

Toca desplegar todas las herramientas - incluyendo las neveras con los refrigerios - y comenzar a abordar la noche fotográficamente hablando. Tu amigo, mucho mas ducho a la hora de moverse por estos lares perdidos de la mano de Dios, comienza a colocar su cámara sobre el trípode, comprobando la estabilidad del mismo para evitar sorpresas desagradables: aún recuerdo la estampa, a pesar de los años, de aquella D90 cayendo a cámara lenta, al estilo tiempo bala de Matrix, sobre terreno pedregoso... pffff... sobrevivió gracias a ese artilugio que hace de todo, incluido salvarte el objetivo en mitad de la noche, pero que no cumple normalmente con su cometido por el que fue diseñado y fabricado: si queridos lectores, me refiero al parasol...

Parasol montado sobre un 18-70, similar al que "calzaba" aquella D90 la noche citada

El maletero respira, mientras sacamos todo el material que según mi buen amigo "el noctámbulo de la cámara", convertirá aquella estampa lúgubre que se postra ante nosotros, en un escenario de lo mas increíble...


Los pases mágicos


Con ojos incrédulos, ves como tu amigo alcanza su superlinterna de la bolsa, un par de geles Lee - si, como aquellos legendarios e irrompibles vaqueros -, un trozo de estropajo metálico - luego te enteras que se llama lana de acero y que arde mucho mas que aquella tal Juana de Arcos... - y su pequeño flash de mano. 


En ese momento, y tras accionar el obturador de la cámara, tu amigo empieza a moverse por la escena, como alma que lleva al diablo, iluminando a golpe de flash, el interior de ese viejo caserío, a golpe de linterna la fachada, y con un ligero toque azul - para esto sirven los geles!!! -, aportando algo de vida al fantasmagórico árbol que yace a los pies de la imponente construcción. Junto al edificio, un brillante aro de fuego comienza a dibujarse en el aire como si de una aparición espectral se tratase. En ese momento, tu amigo aún jadeante regresa junto a su equipo, accionando de nuevo el disparador, dejando caer el obturador y dando por finalizado semejante espectáculo de luces y pirotecnia. Tus ojos no dan crédito, pero lo mejor está aún por ver...

La lana de acero en acción durante un taller de "Nochelogía" impartido en las minas de Tharsis

Sin palabras

Diez minutos de movimientos erráticos que se sumarán en una misma instantánea. "Aún es pronto", comenta el ágil fotógrafo al vernos mirar la pantalla de la cámara esperando el resultado de aquella increíble peripecia - de regreso a casa, te enteras que para obtener los mejores resultados - libres de hot spots y demás artefactos fotográficos nocturnos -, debes esperar el mismo tiempo que expusiste, para que la cámara pueda generar el interminable dark frame. En ese momento, la luz de la pantalla de la cámara irrumpe en la oscuridad de la noche: la pupila de los presentes comienza a adaptarse, vislumbrando la escena.

Momento de silencio que es precedido a los pocos segundos por un profundo y sincero "WOW!".

El que escribe, poniendo en práctica el equipo de pirotecnia, durante el taller "Nochelogía"  impartido al colectivo fotográfico UCAmera de la Universidad de Cádiz


Entendiendo al noctámbulo (fotógrafo)

En ese momento comienzas a comprender a tu amigo y sus constantes escapadas nocturnas, noche tras noche, que antepone a su descanso, su comodidad, a su paseo diario junto a Morfeo, todo por ser partícipe y creador de estas escenas sacadas de otro mundo, sacando a relucir el potencial que ofrecen este tipo de localizaciones, en principio sin interés estético y visual, pero que con sus conocimientos técnicos y su entusiasmo, convierte en auténticas obras de arte con luz.

Humo de luz azul en plena campiña rodeando a nuestra modelo, Su TG

Ese escepticismo inicial se tornó entusiasmo, y la frase "La noche está hecha para descansar..." fue sustituida por "¿¿¿Compañero, a qué hora salimos mañana...???".

Redactado por:


Javier Domínguez "Jadoga"

Un loco enamorado de la fotografía, apasionado del formato cuadrado y la máxima“menos es mas”. Formador y fotógrafo en JADOGA PHOTO-ART. Dirige el grupo fotográfico 1:1, responsable de comunicaciones y redes sociales en Confederación Española de Fotografía y parte activa del proyecto artístico Umelecky. Actualmente esta desarrollando el proyecto fotográfico #CinemaPortraits.

Twitter: @JadogaPhotoArt

Facebook: www.facebook.com/byJadogaPhotoArt #CinemaPortraits

WEB: Jadoga.es

3 comentarios:

  1. buena entrada,porque sera que todo el que prueba las nocturnas siempre repite con ganas de mas? se te olvido decir que los resfriados vienen a pares, porque frio, lo que se dice frio, se pasa por muy bien que vayas equipado de ropa, saludos

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    1. Gracias Manuel. Una vez tomamos conciencia de las posibilidades que nos ofrece la noche, es difícil resistirse a sus encantos... ;) aunque al siguiente día tengamos que estar a base de manta, caldos y Frenadol... Saludos!

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