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martes, 30 de mayo de 2017

La fragilidad del pixel


Siempre se ha contemplado que una fotografía está terminada (existe) cuando adquiere forma física, pudiendo ser disfrutada a través del soporte papel. Hasta que no toma dicha forma, existirá sumida a lo que podríamos definir como un estado latente (negativo, positivo, archivo digital), siendo considerada solo una imagen en potencia, un reflejo de lo que podría llegar a ser. Hoy día, los archivos digitales permiten el visionado de la imagen que contienen a través de diferentes medios (pantallas de dispositivos móviles, ordenadores, proyectores,…) sin necesidad de recurrir a la impresión en papel u otro soporte (como ya ocurría cuando proyectábamos una diapositiva). 



La conservación del archivo digital: sumido entre tinieblas de desconocimiento

Como ya escudriñábamos en uno de mis últimos artículos (“Amontonando píxeles compulsivamente”), la era digital ha supuesto lo que considero una nueva democratización –masiva – de la fotografía, hecho que viene ligado a una generación descontrolada de archivos digitales, que en la mayoría de los casos no verán la luz (el 99% del grueso de la producción), y quedarán relegados al espacio que les confiere la carpeta contenedora de nuestro disco duro, y que otorgan la condición de frágil a cada uno de los millones de píxeles que conforman cada una de nuestras imágenes. Pero, ¿todos contemplamos una posible falla – tarde o temprano – de esos sistemas de almacenamiento físicos, con la consiguiente pérdida de toda / parte de la información contenida en los mismos? Aprovecho estas líneas para aportar algo de luz a esta situación de pánico generalizado, que puede llegar a convertirse en una de nuestras mayores obsesiones / pesadillas como fotógrafos de la era digital. 


Mas vale prevenir que curar

Es por todos sabido de la baja fiabilidad que nos ofrecen los sistemas físicos de almacenamiento actuales para nuestros archivos fotográficos. Discos duros, CD's / DVD's, pendrives, tarjetas de memoria... aparatos que de un momento a otro pueden dejar de latir, llevándose con ellos el trabajo de meses, años e incluso toda una vida, en cuestión de segundos.

Estado de confusión a la hora de almacenar nuestro trabajo fotográfico
"Pero si ayer arrancaba perfectamente... no se que ha podido pasar..."

"Si solo se ha golpeado, cayendo a poca altura... ¿por qué no arranca?"

"Caguen tó... ya se fastidió el invento...!!! (llanto desconsolado)"


Frases que podría recopilar el diario del fotógrafo digital, desconsolado por la muerte repentina (e incluso prematura) de su malogrado dispositivo de almacenamiento, el cual albergaba gran parte de su obra fotográfica o el último reportaje de bodas de uno de sus clientes (tarjetas de memoria). La gran pregunta que solemos formular en estos casos, sumidos en el desconcierto y la sorpresa, es la siguiente: ¿existe alguna posibilidad para prever este tipo de fallas, y evitar la catástrofe?.

La respuesta es bien sencilla y contundente: NO.

"Nooooo!!! Por qué a miiiii!!!???"
Incluso cuidando y mimando al máximo nuestros dispositivos de almacenamiento, la probabilidad de detectar una falla es casi nula, así como la de garantizar la integridad del contenido de estos dispositivos (archivos que se tornan corruptos y por ende, inservibles), ya que de forma previa no suelen mostrar una sintomatología evidente que haga prever el fatal desenlace (en algunos casos, todo puede comenzar con ruidos extraños durante la lectura del dispositivo hecho que sin lugar a dudas hará saltar las alarmas de los presentes, o algún que otro mensaje de error durante la toma fotográfica en el panel LCD de nuestra cámara).

La solución actual: disponer de varios dispositivos de almacenamiento (como mínimo dos discos duros) con copias similares en ambos de nuestro sistema de archivos fotográficos. Otra opción sería la de contemplar la suscripción a servicios de almacenamiento de archivos en la nube (Dropbox, Drive, Mega,...) y que nos permitan almacenar al menos, aquellos archivos que consideremos de vital importancia, y cuya desaparición podría suponer un grave problema para el fotógrafo y terceros (reportajes de bodas, obras para galerías,...). Teniendo en cuenta incluso, una posible catástrofe de tipo natural o un incendio en nuestra vivienda / estudio, habilitaremos una tercera copia de nuestro archivos que podríamos albergar en el domicilio de algún familiar o en sistemas de cajas de seguridad en bancos (para muchos quizás sea "rizar el rizo", pero os aseguro que los que hemos vivido de cerca la fatal experiencia de perder parte de nuestro legado fotográfico, cualquier medida preventiva es poca...). 

Asumir el coste de los servicios de recuperación

Existen empresas dedicadas a la ardua tarea de recuperación de datos de esos fallidos discos duros. Ataviados con monos blancos, en habitaciones selladas al exterior que nos recuerdan a algunas escenas del aclamado film ochentero de Spielberg, "ET", el personal trabaja cuidadosamente para detectar el posible fallo y proceder a la recopilación de los archivos contenidos en nuestro dispositivo. Dicha tarea no siempre resulta factible, y en la mayoría de los casos, el cliente recibe en casa los restos mortales del dispositivo en cuestión. En el mejor de los casos (la mayor parte de estos), la recuperación suele hacerse de forma parcial, sobre las zonas del dispositivo que no están dañadas. Obviamente este tipo de servicios no son baratos, y el precio a pagar dependerá de la información que estos contengan (a mas gigas a recuperar, mayor será el desembolso), ya no solo a nivel profesional, sino desde una perspectiva sentimental (recuerdos fotográficos). 

No pongas esa cara! Hoy día los costes de los servicios de recuperación han bajado

Aquí podríamos aplicar, lo del "mas vale prevenir que curar" y recurrir a la opción del almacenamiento en dispositivos múltiples, evitando costos elevados derivados de estos servicios de recuperación. 

El papel: única opción de conservación 100% fiable

Siguiendo con la idea que planteábamos al inicio del artículo, el papel se convierte en nuestro mejor aliado a la hora de conservar nuestra obra fotográfica en el tiempo, salvaguardando nuestra obra incluso de una catástrofe mundial al mas puro estilo apocalíptico de Hollywood, donde se produjera una limitación parcial o total del uso de la energía eléctrica que hoy día mueve el mundo, lo que supondría una perdida irremediable de nuestro pasado, de nuestra memoria, de nuestro legado en imágenes confiado a sistemas de almacenamiento movidos por esta forma de energía, y que pondría en evidencia la integridad del píxel: tan potente pero a la vez tan frágil.

Archivo de placas de cristal de mi buen amigo Carlos Ximénez
Redactado por:


Javier Domínguez "Jadoga"

Un loco enamorado de la fotografía, apasionado del formato cuadrado y la máxima “menos es mas”. Formador y fotógrafo en JADOGA PHOTO-ART especializado en fotografía corporativa y de producto, retrato y edición avanzada. Dirige el grupo fotográfico 1:1 y es responsable de comunicaciones y redes sociales en Confederación Española de Fotografía. Actualmente esta desarrollando el proyecto fotográfico #CinemaPortraits.

Twitter: @JadogaPhotoArt

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WEB: Jadoga.es

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