jueves, 10 de octubre de 2013

"ICE" como se hizo


Todos recordamos con especial cariño algunas de nuestras fotos. Así estas nos evocan a sensaciones, lugares, momentos especiales para los que la propia foto es su bote salvavidas para no ahogarse en el olvido.

En concreto esta entrada versa sobre la foto que encabeza estas líneas.


“Ice” es el título de la misma y supuso para mí un reto a muchos niveles.  

La foto esta tomada en el “Wildlife Park de Madrid”... vamos el ZOO de Madrid de toda la vida :-).  Lo de Wildlife y animales que no viven en libertad total no es compatible ni aquí ni en Siberia, por mucho que el MK se empeñe. Por fortuna el ZOO de Madrid no ha optado por sumarse a esta moda.

Dentro del ZOO de Madrid hay un ejemplar de tigre albino, que es el protagonista de esta foto. Debo confesar que el animal no era de mis favoritos, siendo el leopardo que hay cerquita el que me encandilaba. Hablo en pasado por que hace bastante más de un año que no he vuelto, supongo que sus motivos tendrán pero me resulta deprimente el estado de las instalaciones habilitadas para algunos animales… bastante triste es tener que ver a estos animales en cautividad como para sumarle unas instalaciones claramente obsoletas… En fin que  me voy del tema.

Bien, no siendo mi favorito, vi la foto que quería hacerle y me propuse tomarla.  Para ello debía realizar numerosas intentonas para lo que adquirí el bono anual para poder entrar en el recinto.

La idea era realizar una toma con medición puntual aprovechando el blanco de animal e intentar contrastarlo con un fondo oscuro.

Estaba claro que no podía realizar la toma en las horas centrales del día, ya que aunque el fondo se podría trabajar y oscurecer en el PC, quería que la toma de la cámara ya presentara en la medida de lo posible ese efecto y de paso evitar sombras muy duras en la cara del felino.

El equipo que utilizaba en aquella época era de la marca SONY, y concretamente esta toma esta hecha con una de sus antiguas FF y el genial 70-400G el que para mí es el mejor ópticamente de su clase y una de las dos razones para trabajar con SONY, la otra es el CZ 16-35.

Puesto que realmente no disponía de mucho tiempo durante el día para realizar la foto, las visitas al ZOO se sucedían muchas veces poco tiempo antes de que cerraran (entre diario) o en la apertura a primera hora los fines de semana.

Llego un momento en el que siempre llevaba la A900 o A850 con el 70-400G para salir disparado al ZOO nada más terminar mi jornada laboral.

Tras cerca de 4 meses de intentar esta toma, no os voy a engañar, ya empezaba a pensar en dejar el proyecto por imposible. Cuando la luz y efecto era bueno, la expresión del animal no me agradaba, otras veces estaba demasiado manchado, no se movía y volvía a casa sin lanzar una sola foto… la casuística de razones que hacían desechar o directamente no tomar la fotografía deseada era casi infinita.
Bien cuando me había mentalizado de que esa sería la última semana de intentonas  me dirigí al ZOO tras salir de trabajar como hacía muchas tardes. No tenía muchas esperanzas, de hecho acudí a mi cita con el tigre casi por ser consecuente con la determinación tomada de agotar todas las opciones antes de desestimar el proyecto.

A esas alturas sabía que por la tarde debía colocarme a la izquierda del foso, sobre un pequeño promontorio de arena (apenas me elevaba 5 cm sobre el nivel del resto del suelo) que me permitía “esquivar” por los pelos parte de la vegetación y de los troncos que hacen las veces de barandilla. Es sol a mi espalda, paciencia y a por ello.

Monté en equipo sobre el monopode y comenzó la espera. Era uno de esos días en los que las nubes no muy altas se mueven rápido por corrientes de aire “allá” arriba que no afectan al nivel del suelo. En un momento vi como eso provocaba esos claros entre las nubes que iluminaban selectivamente el suelo dejando en una leve penumbra el resto las zonas que no estaban dentro de ellos.

Tranquilamente el tigre se levanto y fue andando hasta colocarse en la mejor posición posible, la zona más elevada y con el fondo uniforme de cemento que además estaba muy oscuro por las lluvias de aquella semana.

En ese momento sentí como yo estaba en uno de esos claros de luz y éste avanzaba hacia la posición del tigre. Tres segundos después yo ya estaba en penumbra y la luz estaba a punto de iluminar al animal. Lo encuadré y rece por qué me mirara. Por aquel entonces ya había descubierto que hacer ruidos para llamar su atención o cualquier tipo de treta para captar su atención era respondida con su total indiferencia (si, lo siento tras más de 4 meses la relación con el animal me había llevado a humanizarle respecto a su forma de actuar), así que decidí que fuera el azar el que decidiera si me miraría o no.

Cuando el claro de luz llegaba a la base del alto, el tigre se volvió hacia mí y me clavo la mirada. Estábamos él y yo solos como tantas veces, aunque aun en penumbra esto me permitió asegurar el enfoque, en medición puntual al centro y subexponiendo ligeramente. La luz llego a su rostro, el permaneció inmóvil mirándome durante 3-4 segundos y el fondo al que aún no había llegado el claro estaba bastante oscuro en relación al animal. Esos 3-4 segundos fueron uno de esos momentos mágicos que a veces la vida nos regala. Tuve la oportunidad de tomar 3 fotos sin prisa y tan pronto la luz dejo de iluminarle, mi querido animal se volvió y continuo su deambular.

Me gusta pensar que aquel animal finalmente accedió a posar para mí en las mejores condiciones que habíamos tenido en esos más de 4 meses y que recompenso de alguna manera mi constancia. En cualquier caso fue él quien me regalo la foto. Y esa quietud y parsimonia con la que aquella tarde paso para mí fue la que dio lugar al nombre de la foto “ICE”.

Esta foto desde su idea nunca tuvo la pretensión de ser una foto hiperrealista de naturaleza entre otras cosas por estar tomada en un recinto controlado. Si generalmente no tengo complejos a la hora de la edición es este caso mucho menos.  Obviamente el fondo se oscureció, pero no el que rodea al rostro, ese salió tal cual por los claros de luz que comentábamos. Me permití la licencia de tratar el color de sus ojos y reforzar el blanco del tigre. Gracias a la nitidez del 70-400 esta foto a máxima resolución es una autentica gozada en cuanto a nitidez.

Esta es la historia de una foto que recuerdo con especial cariño, no sólo por el esfuerzo y tiempo empleado, sino por el momento concreto en el que nació.


Desde aquí una vez gracias a ese animal que me hizo este regalo.

5 comentarios:

  1. Buena entrada y excelente foto que demuestra que el trabajo y la constancia dan sus frutos.

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  2. Bonita historia, trabajo, esfuerzo y sobre todo buen resultado. ENhorabuena!

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  3. Gracias, la verdad es que a mi me gusta mucho la foto pero creo que es por la historia....

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